Paula
se despierta, está prisionera de dos brazos poderosos que la rodean por los hombros, su cabeza se
encontraba sobre un pecho desnudo, el aroma de su piel la vuelve a la realidad…
sí, Pedro, el hombro que más ama en el mundo la tiene prisionera entre sus
brazos y le encanta, cierra sus ojos y recuerda como la beso, como con cada
caricia le decía que borrara todo lo feo y volvieran a comenzar.
Sonríe,
logra liberar una de sus manos que él la tenía atrapada, friega su mejilla
contra los vellos suaves de su pecho y con su mano lo acaricia, lo recorre
hasta que una voz la asusta:
-Te
querés quedar quieta.
-jajaja
no te gusta.
-Sí
pero intento seguir durmiendo.
-Entonces
me voy para que lo hagas tranquilo.
-No
te atrevas a moverte de donde estás.
-Es
una orden.
-Sí.
Lo
abraza y así pegadita a él se vuelve a dormir. Afuera llueve.
Más
tarde cuando se vuelve a despertar siente los ronquidos de él, así que con mucho
cuidado aleja sus brazos y se levanta; el frío que siente le hace darse cuenta
que está totalmente desnuda busca una remera, uno de los tantos conjuntos de “Luz de mar” y un short todo con
mucho sigilo para no despertar a Pedro que había cambiado de posición pero no
aminoró los ronquidos.
Cuando
ya está preparada abre la puerta y sale rumbo a la cocina, sus dos guardianes
la siguen demandan atención quieren salir, el sol le anuncia que la tormenta
había pasado no queda una sola nube en el cielo.
Observa
a sus perros como corren por el pasto aún mojado, y saltar los pequeños charcos
que le decían que no había soñado con una tormenta, muy fuerte pequeñas ramas
sobre el plástico de la pileta se lo demuestran sonríe él la había cubierto,
ella ni siquiera se acordó de hacerlo. Lo retira y barre lo que encuentra en
los bordes para que pueda ser utilizada nuevamente, llama a sus perros y les
prohíbe ingresar a la casa ya que están mojados y embarrados.
Prepara
el mate cuando está listo sube a llamar a su novio para compartirlo con él.
Tarea que no es nada fácil porque le cuesta levantarse para arrancar el día.
-Gordi,
amor ya está hecho el mate.
-mmmmm
decime que no me estás pidiendo que me levante.
-jajajajaja
es exactamente lo que quiero.
-No
dejame dormir un ratito más.
-Ya
lo hice y son como las tres de la tarde.
-No,
no lo voy hacer, no sé cómo se hace.
-Yo
te enseño primero abrís un ojo jajajaja
Ella
le deposita besos por todo su rostro. Él abre un ojo pero lo vuelve a cerrar.
-jajajajajaja
no, no vale volverlo a cerrar.
-No
lo puedo mantener abierto, es más fuerte que yo.
-jajajajaja
no seas chanta, no juego más me voy a tomar mate sola.
Cuando
ella intenta levantarse él la toma de la cintura y la acuesta colocándose
encima, coloca su cara en su cuello, siente el perfume de su piel y la mira:
-Dame
cinco minutos y estoy con vos.
-Hecho,
te quedan 4 y 30 segundo jajajajaja
Él
se dirige al baño, ella lo observa hasta que cierra la puerta después se va
trae su almohada de la “habitación del enojado”, sonríe y con gusto le echaría
llave y la tiraría para que nunca más duerman separados.
Arregla
su cama y cuando ya la tenía ordenada sale Pedro del baño con un toallón
alrededor de su cintura y con el cabello aún húmedo por la ducha. Ella lo mira
y sin decir nada se dirige al lavadero a traerle la bermuda azul y una remera.
-Gracias
amor, pero yo podría haber ido a buscar.
Su
espalda estaba seca, sus cabellos ya no goteaban más y el toallón dentro del
canasto.
-No,
ni loca para que alguna vecina con binoculares vea lo que tengo para mi sola.
Se
lo dice mientras le alcanza las chinelas, él aprovecha y la acerca para
besarla.
-Buenos
días mi amor, te amo.
-Yo
también, amor.
-Vamos
por esos mates por los cuales estoy despierto y levantado.
-jajajajaja
vamos.
Abrazados
bajan a la galería, el día tiene otro color, el del amor y el de todo va por
buen camino.
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